viernes, 4 de septiembre de 2009



La informática y el adulto mayor


Por: María Cristina Ortiz León


Como usuarios de las tecnologías de la información y la comunicación (TIC), los adultos mayores tienen necesidades y demandas similares a las de las personas de otras edades, es decir, requieren tecnología útil, funcional, fácil de manejar y significativa. Su acceso a ésta sigue las mismas reglas que en los otros grupos, como su poder adquisitivo o capacidad de manejo, entre otras. Según las estadísticas mundiales, la mayoría de usuarios de computadoras y de Internet oscila entre los 6 y 20 años de edad y nació en la era de las telecomunicaciones; por el contrario, los usuarios mayores de 60 años son minoría; no obstante, cada vez son más, lo que ayuda a disipar el estereotipo occidental hacia este grupo poblacional ya que demuestra su capacidad para continuar aprendiendo y adaptándose al envejecimiento.


¿Quiénes usan la computadora y la Internet en la tercera edad?


El adulto mayor, usuario de computadora o de Internet posee algunas características diferentes con respecto a los usuarios de los otros grupos poblacionales, pues suele ser una persona que aprendió su empleo en forma autodidacta, tiene ingresos económicos anuales más altos, posee una mayor funcionalidad en las actividades de la vida diaria y un mayor nivel educativo, y el porcentaje de usuarios varones de esta edad es más grande que el de mujeres. Pero gran parte de los individuos que componen este grupo etáreo no disfruta los beneficios que ofrece la informática. México no ha sido ajeno a este fenómeno. El Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática (INEGI) reporta que en el uso de la computadora predomina la población joven; en julio de 2005 el 80.1 por ciento de los usuarios mexicanos de computadora tenía menos de 35 años; de estos, los de entre 12 y 17 años de edad componían el 29.6 por ciento, en tanto que los mayores de 55 años apenas representaban el 2.3 por ciento del total de usuarios. En lo que respecta a la edad de los cibernautas mexicanos, nuevamente es la población joven la que predomina: más de la mitad de ellos tiene entre 12 y 24 años, los mayores de 34 años constituyen una quinta parte, y en el caso de los menores, aquellos cuya edad va de los 6 a los 11 años apenas son el 6.3 por ciento. Estas estadísticas se generan desde el año 2001; a la fecha, existe una clara tendencia de incremento en el número de usuarios de computadora entre los diversos grupos de edad. El de los mayores de 55 años no es ajeno a este hecho, aunque su aumento ha pasado gradualmente de 0.2 a 0.9 puntos porcentuales. En relación con los usuarios de Internet de este grupo de edad, de 2001 a 2004 la proporción de adultos mayores de 55 años que la usaban fue casi la misma, y fue a partir de esos años cuando creció de forma considerable.
¿Por qué aprender el uso de la computadora e Internet en la tercera edad?
Al igual que en otros sectores de la población, la computadora es una herramienta que les ofrece a los adultos mayores enormes beneficios como medio de interacción social y cultural, entretenimiento, actividad laboral y formación, entre otros. Hay evidencias de que existe un efecto negativo del empleo de computadoras y de Internet en el bienestar psicológico de niños, adolescentes y adultos jóvenes que contradicen los beneficios que proporcionan a los adultos mayores. Basta mencionar que con estas herramientas no importa el espacio físico ni el tiempo, por lo que el adulto mayor se puede relacionar, informarse, comprar, vender, realizar trámites y llevar a cabo otras actividades a pesar de tener algún tipo de incapacidad que le impida el movimiento. Con la computadora, tampoco son problemas la distancia, los horarios, los cambios climáticos ni otros inconvenientes que son resultado de su edad.
Estas tecnologías permiten a los ancianos aumentar y mejorar su desarrollo individual y social, así como optimizar su calidad de vida desde los puntos de vista técnico, económico, político y cultural. Mente sana en cuerpo sano, y por lo tanto las actividades intelectuales apoyan y aumentan la autonomía en la edad avanzada, por lo que se consideran un factor protector contra una vejez decadente

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